El simple hecho de recordar tu cuello hace que automáticamente me muerda el labio como queriendo acallar todo lo que en mí ocurre en ese microsegundo. Casi siempre intento no dejar rienda suelta a mi imaginación y volver a la vida real en la que lo más interesante que ocurre en ese momento es que la cortina hondea por el viento.
Sin embargo, hay veces que me encanta dejarme llevar. Y lo que era un simple recuerdo de tu cuello, se convierte en un deseo imparable de posar mis dientes sobre él. De una forma suave y delicada pero liberando el deseo que, sin saber porqué, despiertas en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario