Ya no dominas mis días. He vuelto a ser capaz de abrir mi armario y no pensar en lo que te gusta o deja de gustar a la hora de decidir qué me pongo. He vuelto a ser capaz de ir a la facultad sin pensar en qué estará pasando por tu mente. He vuelto a ser capaz de mirar al chico de la cafetería que tanto me recuerda a ti por el simple hecho de que, al igual que tú, lee poesía cuando piensa que nadie lo observa. He vuelto a ser capaz de pasar por esa calle en la que, por primera vez, y sin esperarlo, me agarraste de la cintura, me acercaste a ti y me susurraste 'ya eres parte de mí'.
Todos los engranajes van encajando poco a poco mientras el sol sigue en lo más alto. Pero en cuanto decide esconderse, todo se tambalea. Todo cambia. Todo se transforma. Y es que, aunque ya no dominas mis días, sigues dominando mis noche.
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