Era uno de esos días cuasi perfectos en los que apenas nada había fallado. De esos en los que al final del día, miras hacia atrás y dices 'hoy ha merecido la pena'.
Sin embargo, la noche es muy traicionera y como muchas veces le pasaba, la nostalgia y el remordimiento se apoderaban de su cuerpo. Reflexionó acerca de su vida y en ese momento fue consciente de que esta, sin haberse dado cuenta, se había ido consumiendo cual colilla de un cigarro. En ese momento se dio cuenta de todo lo que había dejado por el camino: aquella vitalidad que la embargaba cuando era más joven había desaparecido, todos aquellos que la rodeaban se habían alejado de ella y sus sueños, o los que en algún momento habían sido sueños, se habían llegado a convertir en pesadillas que no la dejaban respirar.
Y así, aquel día que en un principio parecía cuasi perfecto, terminó bañado en un mar de lágrimas como ya le pasaba desde hacía muchas lunas.
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